lunes, 28 de abril de 2014

Hojas sobre la almohada

Con unos poquitos poemas que andan por este blog, y otros varios que salen por primera vez a los ojos de los lectores, presento aquí un pequeño libro de poemas con mucha contentura y emoción.
Ilustrado por Fernando Calvi, editado por Luciana Murzi en Abran Cancha y con diseño de Delius, a quienes va todo mi agradecimiento por tan lindo y amable trabajo.

 
Dice la contratapa: 
Sobre la almohada nos esperan hojas de poesía y viajes secretos, historias de animales salvajes, estrellas, pájaros, flores, lluvias, peces, grillos, silencios, semillas y sorpresas. Como un recorte de muchas páginas despiertas y varios sueños juntos, las poesías de Natalia Méndez nos mecen en el vaivén de una brisa suave, ideal para imaginar lo imposible.
Y cuando los libros se cierran, la puerta de entrada a los sueños por fin se abre. ¿Qué cosas llegarán a la orilla de la mañana? ¿El hechizo de las historias se romperá? ¿Dicen lo mismo las palabras a la luz del día? Para descubrirlo basta con apoyar la cabeza en la almohada y viajar por estos versos.

 

Así se ve en el stand de Abran Cancha, en la Feria del libro. Voy a firmar -tímidamente- ejemplares ahí este sábado 3 a las 15. 


Y sí, está impreso con tinta flúo. Pongo esta foto de la tapa y una del interior, para que se vea en todo su brillar. 


sábado, 18 de enero de 2014

diario. V. sábado

Dormir después de nadar promueve sueños transparentes, flotantes, acuosos.
Pero, ah, nadar después de tantos años sin nadar. El cuerpo recuerda todos los movimientos sin pensar. Viejos conocidos: el agua y el cuerpo.
Pero ahora, reentrenar los músculos y los pulmones. Recuperar el aire en el agua. Desarrollar agallas. Temporada de sueños blandos.

jueves, 9 de enero de 2014

Presupuestos

Hubo que achicar
el presupuesto
de los sueños.
Así que anoche
soñé
tangencialmente
con.
Estaba a la entrada del bosque,
que son menos árboles
para el decorado
que si el bosque entero.
Había solo tres enanos,
no siete
como se suponía que.
Me convidaron
una manzana dorada,
que sobró de otro.
Y no había príncipe para.
Total, sonaba el despertador.

También hubo que achicar
el presupuesto
de la poesía,
así que algunas oraciones
quedan sin.