miércoles, 17 de agosto de 2011

Dos imágenes

Hace casi dos meses murió mi abuela.
Unos días después de su cumpleaños volvió a empeorar y ya no se recuperó.
No pude escribir antes sobre esto y sigo sin encontrar demasiado qué decir, pero hoy la extraño especialmente, así que no quería dejar pasar la ocasión de hablar de ella una vez más.
Yo sé que es el orden de la vida, y que vivió largo y muy bien y alegre, pero -egoístamente, tal vez- me pone triste igual y siento un agujero enorme. También, claro, me pone contenta haberla conocido así, haber compartido un tercio de su vida, haberme divertido tanto con ella.
Fue mi abuela de grande. Cuando yo era chica, ella trabajaba, y con mi hermano pasábamos mucho más tiempo con mi abuela materna, que falleció hace ya ¿veinte años? Algo así. Mucho. Y nunca conocí a mis abuelos. Entonces esta era mi abuela de grande. Con la ventaja extra en los últimos años de ser vecina, además.
No tengo más que recuerdos felices y sin embargo hoy me cuesta encontrar palabras alegres.
Entonces, me quedo con dos imágenes. Sus manos trabajando en mi balcón y su sonrisa un 17 de agosto de hace unos años.