viernes, 20 de noviembre de 2009

Sal

Me encontré ayer con mi abuela y mi tío que venían caminando de ver al médico de mi abuela.
—¿Cómo les fue?
—Bien... mal —se corrigió enseguida mi abuela.
—¿Por qué?
—Le sacaron la sal. El médico dice ahora que los pies hinchados son por la sal —me explica mi tío y sigue—: así que nada de pan con sal...
(Mi abuela come pan en cantidades delirantes, le encanta, otro día hablaré de esto.)
—¿Para tanto?
—No, bueno, para tanto no —aclara mi tío, que se pone fastidioso cuando no lo dejo exagerar todo lo que le gusta.
Y mi abuela retoma:
—Es que ¿sabés? —me agarra de un brazo, y me dice como en un secreto—: No me importa que me saquen toda la sal de todos lados, pero el jamón crudo... ¡Que me dejen el jamón crudo! Eso me tiene mal.