miércoles, 11 de febrero de 2009

Año nuevo...

A mediados de diciembre del año pasado cambié de trabajo después de seis años. (Y además de compañeros y esas cosas, también quiere decir dejar a la computadora que más usé en el último tiempo.) El 1 de enero de este año, la computadora de mi casa, con el y2k un poco tardío, dejó de andar de golpe. Para volver a arrancar casi un mes y medio más tarde, y con el disco rígido perdido. Ley de Murphy aplicada, el back up también se perdió. Eso quiere decir cinco años y pico de archivos, fotos, material variado, links... Sí, ya sé: que por qué no tenía más backups, que por qué no tenía sincronizados los links, los archivos, algo... bueno, no lo tenía. Creía que a mí no me podía pasar eso, por supuesto. Suerte que varias cosas sí tenía pasadas al GoogleDocs.
Lo que más me apena son las fotos de mi gatita que ya no está. Y algunas de mi abue, de amigos, de flores... del día que nevó... En fin.
Entre la desolación y la furia, me cuesta imaginar cómo la pasa la gente que vive terremotos, inundaciones, incendios y esas cosas espantosas y mucho peores que la desaparición de un disco rígido.
Pero año nuevo, vida nueva, dicen. Y yo les creo.
Y para que vean que les creo en serio, esta tarde, sin querer -y sigo sin saber cómo!- marqué como leídas las miles de entradas que atesoraba -para leer vaya a saber cuándo- en el Google Reader. Cero entradas sin leer.
¿Algo más?
(Claro que podría hacer una lista de algomases que podrían suceder, pero esto no es una lista ;-)

Brindo por este nuevo comienzo.

Update: también se perdió mi historia clínica de los últimos diez años en el CEMIC.

domingo, 8 de febrero de 2009

Intimidad catalogada

Hace muy poco me di cuenta de por qué nunca logré llevar un diario íntimo más que unas pocas semanas, y solo cuando era muy chica. Y es que no lograba ninguna espontaneidad en la escritura, ninguna intimidad. Mi afán biográfico, catalográfico, es pos de la historia, no sé, tal vez tengo que decir de la Historia, siempre era mayor. Me acuerdo una entrada, por ejemplo, en uno de los intentos, allá por cuando tenía unos diez u once años, quería contar que me gustaba un chico del colegio y había escuchado en una clase de gimnasia que me había alentado gritando mi nombre. Y eso me había alegrado el día. Parece una buena descripción, podría haber puesto incluso: "Hoy D. gritó mi nombre en clase de gimnasia y eso fue muy bueno", como mucho. Sin embargo, escribí en el diario una página entera o más explicando exactamente cómo era el juego al que estábamos jugando, con un diagrama y todo. A esa altura que D. hubiera gritado mi nombre perdía toda emoción. Y así, me aburría prontísimo de los diarios, claro. Ni qué decir que siempre me sentía en falta porque no escribía y después hacía resúmenes larguísimos, hasta que otra vez me rendía y lo abandonaba. (Y suerte que no había blogs entonces!)
En este momento estoy intentando escribir algo, un par de proyectos que me interesan. Sin obligación de entregas de la facultad ni nada. Y me siento en un punto muy parecido a ese momento, trabada en una torpeza narrativa que no logro resolver. Aunque ahora, al menos, pude darme cuenta de cuál era el tema entonces, y tal vez pueda darme cuenta de cuál es el escollo ahora. Definitivamente esta es mi resolución de año nuevo: quiero aprender a escribir.